¡ NI UNA MÁS ! . Autor: HACEMOSFOTOS
Al entrar en la estancia, siento un escalofrió que me recorre todo el cuerpo, como en otras
ocasiones es un presentimiento que no me suele fallar. La única luz es la que entra por las
rendijas de la puerta y que deja intuir la silueta de una mujer tapada por una sabana.
Enciendo la luz y me acerco a ella, la miro durante unos instantes para hacerme una
primera impresión. Su rostro es joven, el de una mujer de unos 35 o 40 años, de facciones muy
agradables, nariz chata y ojos achinados, esta maquillada como para ir a alguna celebración, su
pelo rubio es teñido, bien cortado y moldeado.
Retiro la sabana que la cubre y observo su cuerpo antes de nada; mide unos 170 cm. de
estatura y su peso rondara los 65 Kg., sus pies son pequeños y con alguna dureza debido a un
calzado inadecuado, así como sus manos demuestran, por sus callos, que han realizado
muchas labores manuales “como operaria en alguna factoría”. La piel pálida, da a entender
que no disfrutaba de tiempo ni oportunidades para tomar el sol. De rodillas redondeadas, con
una cicatriz antigua en la derecha, fruto de alguna caída en su niñez.
Está bien formada, hombros fuertes, pechos generosos y caderas anchas; su cicatriz en el
abdomen, da a entender que ha sido madre por cesárea. En sus brazos se aprecian algún
moratón, pero es pronto para sacar conclusiones.
En ese preciso instante, se haber la puerta y entra mi colega para ayudarme en la labor del
reconocimiento del cuerpo.
Procedemos a retirar el maquillaje y empiezo a sentir de nuevo ese escalofrió; debajo de las
capas de pasta de maquillaje, afloran las contusiones y moratones que me suponía que
encontraría esta noche, al recibir el cuerpo que nos trajo el furgón fúnebre.
Ese rostro, de ojos castaños y ya sin brillo, con el labio roto y el pómulo hundido, nos está
ablandado y pidiendo justicia. Las marcas del cuello, demuestran que unas manos grandes y
fuertes apagaron su vida. Somos nosotros, los que debemos poner voz a su sufrimiento y
buscar al culpable de su desgracia y muerte.
La conclusión que dictaminamos, es que fue asesinada, por golpes y asfixia por
estrangulamiento.
Al salir de mi turno, me encuentro con el hijo de la víctima, que me pregunta si sufrió
mucho su medre. No pude reprimirme;”tu madre ha sufrido mucho toda su vida y su cuerpo
es el lienzo donde está escrito”.
Días después, leo en la prensa, que ha sido detenido el compañero, “sentimental” de la
víctima y que ha confesado su asesinato, justificándolo por amor y celos.
Yo no quiero ser tan querida, con ella son ya 32 las víctimas que llevamos este año.
¡NI UNA MÁS¡
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